Del duelo y cómo reír y llorar al mismo tiempo. Parte II

Sofía Corona
3 min readMay 22, 2019

Ayer fue un día muy doloroso. Las pérdidas apiladas a montones en el cajón se van desdoblando lentamente, haciendo presencia en el momento menos solicitado. Pero hoy, está el silencio. El silencio me llena. Es la primera vez que voy al panteón y no pongo música para Emmanuel. Esta visita es diferente, esta visita no es para él, es para mí. Todas lo son en realidad, pero esta se siente distinta. No hay llanto (tal vez porque ayer me acabé toda mi cuota de lágrimas para los siguientes días), pero sí hay mucha ausencia.

El dolor se siente distinto, al menos hoy. No me paraliza, no me consume al grado de no poder ni levantarme. Es diferente. Más profundo, más palpable, pero de alguna extraña forma, enraizado con un cúmulo de sentimientos diferentes, algunos incluso contradictorios.

Ayer fue un día muy doloroso. Debería estar muy emocionada por este viaje, por ser la primera vez que voy a un congreso sobre mi trabajo, por haber ganado una beca, por todas las cosas nuevas que me están pasando. Pero más que emoción, hay mucha ausencia. La última vez que salí de viaje fue a Medellín con él. Fue uno de los mejores viajes que he tenido (a pesar de haber pasado un día en cama con 39° de calentura y por ende, estar medio muerta la mitad del viaje). Fue la primera vez que Emmanuel subió a un avión, la primera vez que salió de México, la primera vez que planeamos e hicimos todo un viaje juntos. La primera vez de muchas cosas. Las veces anteriores que tuve que viajar por trabajo siempre estuvo ahí, aunque no viajara conmigo: esperándome de sorpresa en el aeropuerto al irme o al llegar, haciendo mi maleta conmigo, ayudándome a planear el viaje.

Amo esta foto de manera impresionante ❤

Me encanta planear todo en los viajes. Cuando fuimos a Medellín pasamos horas planeando qué íbamos a hacer, qué visitaríamos por día y cuáles eran todas nuestras opciones. Hicimos un mapa para tener todo perfectamente ubicado y organizado y movernos de acuerdo a los lugares que queríamos conocer. En esta ocasión no hice nada. No planeé, no revisé opciones, no busqué nada, a excepción de cuál era el bosque más cercano. Quiero escuchar el silencio, dejar que todo el dolor tan extraño y tan profundo que siento, fluya.

Hay vacíos que no se llenan y sé que este es uno de ellos. También sé que aunque sienta que el tiempo ha pasado rápido, en realidad no lo ha hecho. 6 meses es aún poco tiempo, no importa si se han sentido como una perra eternidad. Sé que aún me queda muchísimo de este proceso y que aún no logro entender las miles de formas en las que su ausencia cae sobre mí como un peso muerto.

Han sido los 6 meses más largos y difíciles de mi vida y estoy segura que los que siguen serán aún más complejos. Mi cuerpo ha estado quitando la anestesia que aplicó en las primeras etapas del duelo y las pérdidas acumuladas son mucho más palpables. Y hoy, sentada en el panteón como cada dos semanas, no lloro. Sólo escucho el silencio y pienso en que estaría reclamándome por no poner música y yo sólo me reiría ante su inhabilidad de estar en silencio con sus pensamientos.

Algún día le terminaré de dar un sentido a todo lo que fue, lo que sigue siendo y lo que implica para mí. Mientras tanto, seguiré sobreviviendo a este desmadre gracias a mis mil horas de terapia, las tardes de Netflix & chill y los mezcales que surgen en los momentos más necesarios. Algo que estoy segura es que Emmanuel puso las bases para que yo no tuviera que pasar por esto sola, para que alguien siempre me diera la mano, a veces de formas muy inesperadas. Que bonita es la familia que hemos construido.

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Sofía Corona

Escribo de mí para mí, para aprender, para deconstruirme, para construir de nuevo.